tres temporadas consecutivastres temporadas consecutivasCESAR MANTECON PALACIOS – delantero Real Madrid, nació el 21 de febrero de 1966 en Madrid, un lugar donde el fútbol es más que un deporte, es una pasión que se arraiga en el alma desde la cuna. Desde temprana edad, su destino estaba marcado por el balompié, y pronto comenzó su andadura en los terrenos de juego.
En 1983, dio sus primeros pasos hacia la realización de sus sueños al unirse al C.D. Cañaveral Juvenil A, en calidad de cedido. Aquí, en este rincón del fútbol, César se encontró con la oportunidad de demostrar su valía y talento en cada partido, construyendo una base sólida para su futuro.
El año siguiente marcó un hito en su carrera cuando se unió al Real Madrid, un equipo que representaba la cúspide del fútbol español. Durante tres temporadas consecutivas, desde 1984 hasta 1986, Mantecón defendió con orgullo la camiseta del Real Madrid en la Tercera División. En cada encuentro, dejaba su huella con su habilidad técnica y su dedicación incansable.
En busca de nuevos desafíos, César se unió a la A.D. Parla en 1987, marcando su debut en la Segunda División B. A pesar de los desafíos que enfrentaba en este nuevo entorno, Mantecón demostró su adaptabilidad y determinación, ganándose el respeto de sus compañeros de equipo y rivales por igual.
La temporada siguiente lo llevó a un nuevo destino futbolístico: el R.S.D. Alcalá. Aquí, en medio de la intensidad de la Segunda División B, César Mantecón continuó demostrando su valía como jugador versátil y comprometido.
El año 1989 marcó el comienzo de una serie de movimientos entre diferentes clubes, con Mantecón llevando su talento a lugares como el Atlético Tomelloso, el Córdoba C.F., el Almería C.F. y el Talavera C.F. Durante estas temporadas, se enfrentó a diversos desafíos y experimentó altibajos, pero siempre mantuvo su pasión por el juego intacta.
En 1995, César encontró un nuevo hogar en el fútbol autonómico preferente con el Atlético Leones de Castilla, antes de unirse al Daimiel C.F. en la Tercera División al año siguiente. Aunque su trayectoria había sido variada, con altibajos y desafíos inesperados, Mantecón demostró una y otra vez su dedicación al deporte que amaba, dejando una marca indeleble en cada equipo que representaba.
Para César Mantecón Palacios, el fútbol no solo era un juego, era su vida, su pasión y su legado. A través de sus años de sacrificio y esfuerzo, dejó una huella imborrable en la historia del deporte, recordado no solo por sus habilidades en el campo, sino también por su determinación inquebrantable y su amor por el juego.